Uno de los tipos de emprendedores más clásicos que, a veces uno se encuentra en el ecosistema, es el que no te quiere «no contar tu proyecto» por si le copian, es decir, el «emprendedor Gollum».
Después de algo más de 10 años de inmersión en el ecosistema de startups (escribiendo y como responsable de una aceleradora), a veces uno encuentra este patrón y, sabiendo que es contraproducente para el propio emprendedor y para el desarrollo de su proyecto, uno intenta explicar por qué tiene que ir dejando atrás este tipo de miedos y cómo afectan a su proyecto empresarial.
¿Y quién es Gollum y qué tiene que ver con una startup? Gollum es un personaje del universo del «Señor de los Anillos» de J.R.R. Tolkien. Un hobbit llamado Sméagol que acabó obsesionado por poseer el Anillo y se convierte en un personaje oscuro (o mejor dicho, con trastorno de doble personalidad) capaz de matar a alguien que intentase quitarle el famoso Anillo.
¿Y qué tiene que ver el universo literario de Tolkien con las startups y los emprendedores? Pues, básicamente, que también existe el personaje de Gollum y hay emprendedores que, salvando las distancias, tienen comportamientos alineados con los de este personaje. Eso sí, el Anillo es su proyecto.
Fue Fernando Trías de Bes el que definió la expresión del «emprendedor Gollum» en su libro «El libro negro del emprendedor»; un tipo de emprendedor extremadamente obsesionado con su idea y su proyecto hasta el punto de tener miedo de hablar de ella para evitar que alguien se la pueda copiar.
Características de un emprendedor Gollum
Con esta foto preliminar, más o menos, queda claro cómo es un emprendedor Gollum.
Si el personaje de Tolkien consideraba «mi tesoro» al Anillo, el emprendedor Gollum considera su idea como su tesoro y la va a proteger con uñas y dientes.
¿Y a qué se debe este proteccionismo? Pues como decía antes, el origen de todo esto es el miedo a que le puedan copiar la idea y esto genera múltiples problemas a la hora de poner en marcha un proyecto empresarial:
- Productitis absoluta porque puede que esté desarrollando un producto o un servicio totalmente de espaldas al cliente. Para evitar los riesgos de ser copiado, el emprendedor Gollum trabaja por debajo del radar y en modo secreto como si se tratase del Proyecto Manhattan. ¿El gran problema? Pierde el feedback de validación que pueden dar los clientes.
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Se pierden grandes oportunidades de mejorar a través del feedback que uno puede conseguir hablando con el ecosistema (inversores, emprendedores, aceleradoras, incubadoras…). Si uno piensa que la idea es secreta, ¿cómo vamos a poder formular preguntas o dudas a un mentor? ¿Cómo nos va a poder orientar alguien si apenas le damos información cuando le hacemos una pregunta?
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Proyectos estáticos que no integran feedback o mejoras dado que son difícilmente permeables a consejos, ideas y feedback de los clientes, no pueden entrar en ese ciclo de mejoras porque, además, están tan obsesionados con la idea que tampoco admiten cambios o modificaciones sobre la misma.
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Proteccionismo extremo mediante documentos de confidencialidad, algo que espanta a aceleradoras a inversores pero que, a veces, sigues encontrando: alguien te plantea firmar un NDA para contarte su idea antes de que, por ejemplo, le puedas dar feedback o que se plantee enviarle el deck a un inversor o entrar en una aceleradora.
- Incapacidad de formar un equipo puesto que el miedo a contar la idea también suele generar el miedo a compartirla, así que son proyectos de un único fundador que, sin equipo, va a tener muy complicado ponerse en marcha y construir su producto o su servicio.
Cómo luchar contra el emprendedor Gollum que podemos llevar dentro
La primera gran lección sobre cómo matar el emprendedor Gollum que puedes llevar dentro me la dio Bernardo Quintero, el fundador de VirusTotal (empresa malagueña adquirida por Google):
«Las ideas no valen nada, lo que cuenta es la ejecución»
Esta es una máxima que es de vital importancia, una idea por muy bien que suena es simplemente una idea.
Lo que realmente convierte una idea en un gran negocio es cómo nos ponemos en marcha y la llevamos a la acción y para ello vamos a necesitar confiar en un equipo, vamos a tener que estar dispuestos a escuchar al cliente y a recoger todo el feedback que podamos para mejorar nuestro producto o nuestro servicio y encontrar ese ansiado product-market fit.
Si no nos enfrentamos a la realidad del mercado, honestamente, pocos avances vamos a hacer.
Podemos darle muchas vueltas a nuestra idea y protegerla pero, seguramente, habrá alguien en el mundo que haya llegado a la misma conclusión que nosotros y se haya puesto en marcha con el objetivo de llegar al mercado. Quizás se nos ocurriese antes, pero la gran diferencia está en quién se puso en marcha y quién no.
Hubo un inversor que me dijo una vez:
«Si hay competencia, entonces hay mercado y eso es bueno»
Y esta frase es otra clave a tener en cuenta. No es un problema tener competidores o que, incluso, alguien te intente copiar. Puedes ser excelente en diseño, en la propuesta de valor que llevas al mercado, puedes competir de una manera distinta e, incluso, puedes aportar algo distinto, como por ejemplo, generar confianza como una manera distinta de competir y generar diferenciación en el mercado.
Lo que no tiene sentido es quedarse parado para que nadie nos copie porque, al quedarnos parados, tampoco nosotros avanzamos (y avanzar no es lo mismo que moverse).
Y si nuestro miedo es porque creemos que nuestra idea es mala, es mejor una idea mala y un equipo bueno, que una idea buena con un equipo malo. Las ideas, gracias al feedback y lo que aprendemos ejecutando, se pueden mejorar y redefinir.
Así que si estáis poniendo en marcha un negocio, no os quedéis encerrados y apoyaros en el ecosistema y en un equipo para poder llegar mucho más lejos.
Hasta la próxima.
Imágenes: New Line Cinema, GIPHY y Tom Fishburne
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