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Financiación de startups a través de deuda: ¿pedirle dinero al banco?

En todo este tiempo que llevo trabajando con emprendedores, me ha llamado siempre la atención que al hablar de financiación de startups siempre se tienda a pensar en inversores.

En general, una empresa se puede financiar con inversores (a cambio de equity), a través de recursos propios (reinviriendo beneficios) y, aunque tengamos cierta aversión, también a través de deuda y préstamos.

Pues sí, aunque tengamos cierta aversión a la deuda y los préstamos, la financiación bancaria y a través de préstamos también es una opción interesante, incluso, para una startup.

¿Y por qué es interesante? Si nos paramos a pensar, la financiación a través de deuda presenta algunas ventajas:

  • Financiamos nuestra compañía sin tener que vender participaciones de nuestra empresa, por tanto, no nos diluimos.
  • Puede ser un complemento a una ampliación de capital sin tener que diluirnos más;
    por tanto, podemos combinar inversión y deuda para cerrar una ronda de financiación.
  • Hay entidades públicas, bancos y aceleradoras que ofrecen esta vía de financiación a las startups; por tanto, tenemos un amplio abanico de opciones.
  • Hoy en día, los bancos cada vez están más familiarizados con el mundo de las startups y ofrecen programas y productos específicos (como BStartup de Banco Sabadell).

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Por tanto, la deuda puede ser una interesante elección a la hora de financiar una startup. Eso sí, es importante tener claro qué tipos de deuda tenemos a nuestro alcance, qué requisitos tienen y, por supuesto, qué riesgos hay asociados a cada opción.

Financiación de startups a través de deuda: ¿qué opciones tenemos?

No todos los negocios requieren inversión de partida. Elegir qué fuentes de financiación vamos a usar depende de varios factores: en qué fase está nuestro proyecto, requisitos asociados a la fuente de financiación, qué otras fuentes hemos usado previamente, qué capacidad de acceso tenemos, riesgos…

Estos criterios y factores a la hora de elegir fuentes de financiación de startups afectan tanto a la inversión como a la deuda, es decir, a los préstamos. Por tanto, tendremos que plantear nuestro árbol de alternativas y criterios a la hora de elegir.

La deuda (préstamos) es una fuente de financiación que se puede considerar. Es verdad que genera cierto recelo, sobre todo, cuando las cosas no marchan bien pero, no por ello, es algo a descartar.

Evidentemente, la deuda hay que devolverla; por tanto, no cedemos parte del negocio como con la inversión pero sí que adquirimos el compromiso de devolución del capital incrementado con ciertos intereses.

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Además, dependiendo del tipo de deuda y el estado de nuestro negocio, podremos adquirir compromisos adicionales vinculados a la gestión del negocio (los llamados covenants).

Los covenants son requisitos que debemos cumplir con nuestra gestión. Por ejemplo, podemos tener fijado un ratio máximo de endeudamiento en nuestra empresa, contar con un umbral mínimo de tesorería en cuenta corriente, etc.

Deuda ordinaria y deuda participativa: ¿Qué me interesa más?

Sabiendo que la deuda es una opción para financiar nuestra startup, que tiene requisitos (devolución y covenants) y que tiene un coste (intereses); es momento de entender qué tipo de deuda tenemos a nuestro alcance.

Cuando pensamos en deuda y préstamos, casi que lo primero que nos viene a la cabeza son los avales y, por tanto, las garantías del préstamo.

Estos conceptos están vinculados a la deuda ordinaria; es decir, los préstamos bancarios «de toda la vida». En este tipo de operaciones, tenemos que aportar una garantía en caso de no poder afrontar con la deuda y aquí entran en juego, por ejemplo, los avales.

En caso de no poder pagar el préstamo, el banco querrá recuperar su dinero (es el compromiso adquirido). Si nuestra startup no puede afrontar el pago, lo normal es que los socios de la misma sean responsables solidarios y tengan que asumir los pagos con sus bienes presentes y futuros.

Es decir, si la empresa no genera caja para pagar el préstamo o, por ejemplo, la empresa termina cerrando; serán los socios los que asuman la deuda de manera solidaria (y si tenemos socios insolventes, el resto tendrá que asumir su parte con el lío que eso genera).

ENISA - vocabulario para startups
Página web de ENISA – http://www.enisa.es/

Otro de los tipos de deuda que tenemos a nuestro alcance es la deuda participativa que, por ejemplo, nos ofrecen entidades como ENISA, SOPREA, CDTI o, incluso, algunas aceleradoras.

Dentro de la financiación de startups, la deuda participativa es especialmente interesante:

  • Como la deuda ordinaria, tiene su carencia y sus intereses (es un préstamo al fin y al cabo)
  • Cuando pasa la carencia, la caja que genera nuestro negocio debe ser capaz de afrontar nuestra estructura de costes y la devolución del préstamo con sus intereses
  • Evita ceder participación para financiarnos y es un buen complemento para rondas de inversión (financiándonos con inversión y con deuda en una misma ronda)
  • La deuda participativa, a efectos del balance, es como si fuesen «fondos propios» (no forma parte del pasivo). Dicho de otra forma, si la empresa cerrase o entrase en concurso de acreedores, son el último acreedor y «corren la suerte de los socios»; por tanto es una deuda que no se devuelve si la empresa cierra
  • Que no se tenga que devolver si la empresa cierra no significa que gestionemos sin control; hay que demostrar, en el cierre, que nuestra empresa ha cerrado por los riesgos asociados al mercado y no por mala gestión. Si hay mala gestión, seremos responsables del dinero y su devolución
  • Nuestra gestión se audita y hay financiadores (públicos sobre todo) que requieren que nuestras cuentas sean públicas y se depositen en el registro mercantil e, incluso, se reservan un asiento en nuestro consejo de administración

La deuda participativa es una interesante opción, sobre todo, para complementarlos con financiación privada.

De hecho, ENISA exige ampliaciones de capital con inversión a las startups para poder acceder a estos fondos. SOPREA, en el caso de Andalucía, dependiendo de la operación puede que sea necesario realizar ampliación de capital (no es un requisito obligatorio).

Los préstamos convertibles

Hay un tercer tipo de préstamos que también debemos tener en cuenta a la hora de pensar en fuentes de financiación de startups: la deuda convertible, nota convertible o préstamo convertible.

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Este tipo de deuda es especialmente interesante y, además, se está poniendo bastante de moda.

Podríamos decir que está a medio camino entre el préstamo participativo y la inversión porque, en cierta medida, toma componentes de cada una de estas vías de financiación.

En una primera instancia, es un préstamo (que puede ser participativo o no). Por tanto, tiene una carencia, un capital y unos intereses.

Pasada la carencia, un tiempo que debe coincidir con un horizonte temporal recogido en el plan de negocio, lo normal es que la startup haya alcanzado unos objetivos tales que permitan encarar una siguiente ronda de financiación.

En esta nueva ronda, se fijará una valoración en la negociación con los inversores y, dicha valoración, sirve como base al financiador del préstamo convertible.

Si la empresa es interesante para este financiador, puede convertir la deuda en acciones a la nueva valoración y aplicando una tasa de descuento.

Dicho de otra forma, el préstamo se convierte a acciones a la valoración de ese momento pero permitiendo a la entidad que prestó el dinero «tomar un equity mayor» (tasa de descuento en la valoración) por haber entrado antes y haber asumido un riesgo mayor.

Este vehículo es muy interesante porque permite a la startup financiarse sin negociar una valoración en una primera instancia.

Consigue fondos para generar mayor valor y encarar una ronda de financiación con una foto más atractiva, eso sí, de la mano de un financiador que entra con deuda y termina convirtiéndola en participaciones.

La deuda puede ser participativa y, en el caso de no convertirse a acciones, habría que encarar su devolución tras vencerse el plazo de carencia.

money - financiación de startups

Riesgos asociados a la financiación de startups a través de deuda

¿Qué riesgos tiene la deuda? Evidentemente, al ser deuda hay que devolverla y, por tanto, el momento en el que la pedimos es clave.

Si nuestro plan de negocio es extremadamente optimista, puede que se termine venciendo el plazo de carencia pactado y nuestro negocio no genere la caja necesaria para satisfacer los compromisos con el financiador.

Esta situación es muy crítica porque, con deuda en nuestra mochila, puede que nos sea complicado encontrar inversores que quieran entrar en el negocio. Normalmente, a los inversores no les suele hacer gracia que se destine el dinero de la inversión a acreedores y no a crecer.

Por este motivo, el momento en el que solicitamos deuda es clave. Es dinero que está a nuestro alcance pero nos cierra otras puertas y nos puede hacer aceptar compromisos que luego no vamos a poder satisfacer (y si no hay caja, al final, vendrá el cierre de nuestra compañía).

Cuando la deuda no es participativa, el cierre de nuestra de nuestra empresa no nos exime de la devolución del dinero. Por tanto, esa mochila la tendremos que acarrear y afectará a nuestro patrimonio personal.

De hecho, incluso con deuda participativa nuestro patrimonio personal puede estar en riesgo. ¿Por qué? Porque tendremos que demostrar que no hubo mala gestión en la empresa y no se malgastó el dinero sin criterio.

risk startup - financiación de startups

Es recomendable dedicar tiempo a estudiar cómo vamos a financiar nuestra startup.

El abanico de opciones es amplio pero, eso sí, las elecciones que hagamos marcarán el camino que iremos siguiendo (abriendo unas puertas y cerrando otras).

La deuda, sin duda, es una opción a considerar pero tiene su momento y sus riesgos asociados; así que debemos estudiarlos adecuadamente.

Imágenes: Mike Mozart (Flickr), Ken Teegardin, François (Flickr), PhOtOnQuAnTiQuE (Flickr), TaxRebate.org.uk y Brajeshwar Oinam (Flickr)

Publicado enStartups

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