He de reconocer que ganas de escribir no me han faltado, simplemente durante este tiempo me he visto inmerso en una serie de situaciones que no me han permitido encontrar el rato de tranquilidad que necesito para poder escribir.
Durante estos dos meses han pasado muchas cosas, no todo lo buenas que yo quisiera… Tres semanas de incertidumbre sentado a los pies de una cama de hospital, cambios en el trabajo, un trabajo del máster, una boda, etc, es decir, muchos detalles que requerían mi atención y que me han forzado a desatender el blog.
Dejando al margen el mal rollo de las 3 semanas de Hospital, he hecho alguna cosa interesante en todo este tiempo: una excursión de senderismo al P.N. de la Sub-bética con 2 buenas amigas, ver Juno en V.O.S.E. con una gran amiga, la Feria de Abril, la Boda de una amiga, etc.
De todas las experiencias vividas se aprende algo y, dicen, que se puede sacar algo positivo; la verdad es que es algo complicado, si bien es cierto que todas las experiencias te enseñan algo, no sé yo si todo lo que se aprende es positivo, o al menos, no considero positivo el dolor que te pueda causar la lección, aunque las lecciones más amargas son las que nos generan mayor conocimiento y esa experiencia, a veces, nos ayuda a resolver conflictos posteriores.
Hoy ando por Málaga y durante el viaje estaba pensando en una de las asignaturas del máster, Planificación y Toma de Decisiones en Redes e Infraestructuras Públicas, una asignatura que trataba los problemas de optimización de redes mediante el uso de ecuaciones, programación líneal, heurísticas y estas cosas extrañas. Lo curioso es que un problema de optimización de una red se parece mucho a nuestra forma de vida:
-Existe una función objetivo
-Existen N variables a optimizar
-Existen una serie de restricciones que limitan los valores de estas variables
-Normalmente este tipo de problemas son muy difíciles de resolver, suelen ser NP-Hard
La verdad es que nuestro comportamiento singular podría modelarse mediante un problema de esta índole, durante nuestra vida se nos presentan determinadas restricciones y variables que debemos resolver para llegar a un valor óptimo de nuestra función objetivo: vivir.
La complejidad de nuestro problema de vivir depende en gran medida de lo difícil que planteemos el problema, es decir, del número de variables que introduzcamos en la ecuación y de la cantidad de restricciones que nos impongamos en el problema. Pocas restricciones le darán un amplio grado de libertad de valor a las variables, muchas restricciones, por el contrario, generarán una región de búsqueda de la solución muy limitada.
Yo, como todos los humanos, también he decidido complicar mi particular sistema de ecuaciones intentando añadir al sistema una variable más, ¿el problema?, lograr que la variable también quiera formar parte del sistema, eso sí que es un problema NP-Hard…
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