Soy muy fan de la serie de HBO ‘Silicon Valley’ porque, además de pasar un buen rato, se pueden sacar muchas lecciones de lo que sale en cada capítulo (incluyendo lecciones relacionadas sobre cómo son los inversores).
Llevaba tiempo pensando en volver a escribir sobre la serie y, precisamente, es algo que he hecho en Xataka en las últimas semanas, donde hemos analizado la serie desde dos perspectivas:
- La evolución de una startup: «Lo mejor de ‘Silicon Valley’ es que las fases de una startup se parecen a lo que cuentan. Lo peor también es eso»
- La ficción está muy cercana a la realidad: Los 23 momentos más divertidos (por lo aterradoramente reales) de ‘Silicon Valley’
Tras estos artículos, me vino una idea a la cabeza. Hay un personaje en la serie, llamado Russ Hanneman que encarna a un tipo particular de inversor del que vale la pena hablar.
Es uno de esos inversores que aportan un valor muy discutible a la startup protagonista de la serie:
- Invierte «su tiempo y sus consejos» y no dinero
- Cuando es dinero, al final, es un «servicio prestado desde una de sus compañías»
- Sus consejos no son especialmente brillantes ni tampoco aportan mucho apoyo a los protagonistas de la serie
- No parece que sea alguien de fiar o que inspire mucha confianza
- Tuvo una empresa de éxito una vez (one hit wonder como en la música) y eso parece convertirlo en gurú que todo lo sabe
El personaje de Russ Hanneman lo podríamos catalogar como perteneciente a la categoría de «inversores tóxicos» que no convienen a una startup y, que sin embargo, pululan por los ecosistemas y entran en compañías donde los fundadores no saben identificarlos.
Dicen que este personaje es una especie de mix entre Sean Parker y Mark Cuban que viene a reflejar el «mal inversor» que una startup no debería tener en su accionariado.
Estoy de acuerdo con esta visión, es un «lado oscuro de la inversión» que es real y que los emprendedores deberían saber controlar e identificar.
¿Qué son los inversores tóxicos?
La serie ‘Silicon Valley’ retrata a la perfección lo que son los «inversores tóxicos».
El personaje de Russ Hanneman aparece por primera vez en la segunda temporada de la serie, en un capítulo cuyo título empieza a dejar claras las cosas: «Bad Money».
¿Por qué Russ Hanneman es un «inversor tóxico» y aporta «bad money»? Los protagonistas de la serie necesitan un mentor que les sirva de referente para impulsar su negocio. Están en una fase muy temprana y aún necesitan definir un modelo de negocio y llegar a sus primeros clientes.
Creen que Hanneman, que ha sido emprendedor y tuvo un gran exit, puede aportarles eso además de dinero.
Sin embargo, Hanneman tiene una forma de trabajar muy distinta:
- Sus consejos son de un valor dudoso y considera que el tiempo invertido en la compañía es equivalente a inversión económica
- Realiza desembolsos de la inversión en servicios que prestan sus propias empresas. Por ejemplo, encarga una valla publicitaria que ninguno de los founders ha pedido y, además, lo descuenta como un desembolso de la inversión ya realizado
- Es intrusivo en la gestión de la compañía
- Desde el consejo de administración realiza movimientos que no siempre están a favor del desarrollo de la compañía
Dicho de otra forma, en vez de impulsar a la compañía, la frena y, prácticamente, acelera su descalabro (no su desarrollo).
Dejando la exageración de la serie (y la comedia), los inversores tóxicos son una realidad que podemos encontrar en múltiples formatos:
- Business angels o inversores que aportan dinero, tiempo y servicios pero que, al final, terminan haciéndose con participaciones de las compañías con desembolsos muy pequeños
- Inversores que invierten un dinero en la compañía que, posteriormente, se le va devolviendo poco a poco el dinero en forma de «servicios» que tenemos que contratar obligatoriamente (pero mantienen sus participaciones a la vez que recuperan el dinero)
- Advisors con muchas promesas y pocos hechos (aunque sí una consolidación relevante de sus acciones)
- Inversores con promesas de atraer más inversores, pagando con equity (o con comisiones) su supuesta capacidad de atracción de capital
Menudo lío, ¿verdad? Cuando los emprendedores no tienen mucha experiencia, distinguir un buen inversor de uno tóxico puede llegar a ser complicado.
De todas formas, hay una cosa que siempre se puede hacer (y es de sentido común): vertificar su historial; es decir, informarnos de la trayectoria del inversor y su cartera de participadas.
Como comentaban en K-Fund al hablar de los advisors, hacer una due diligence y pedir referencias. Es una manera de asegurarse que incluimos en nuestro barco a buenos compañeros de viaje.
¿Qué consecuencias tienen en las startups los inversores tóxicos?
Principalmente, hay tres consecuencias derivadas de tener «inversores tóxicos» dentro de una startup:
- Por un lado, hay un tema vinculado a la reputación y los «compañeros de viaje». Durante el pasado South Summit, José del Barrio, inversor en Samaipata Ventures y fundador de La Nevera Roja, comentaba que, dentro de la evaluación que hace de las startups en las que invierte, suele mirar quiénes son sus inversores porque hay inversores con los que no compartiría una compañía participada
- Por otro lado, se puede resentir la caja de la compañía (si estamos obligados a contratar servicios de las empresas de nuestro inversor)
- Y, por supuesto, también puede haber un impacto muy relevante en la cap table porque podemos tener inversores (o advisors) con participaciones muy relevantes en fases demasiado tempranas)
En todos los casos, la consecuencia es similar: la dificultad para encontrar inversores en siguientes rondas de financiación que requiera la compañía.
Bien por malos compañeros de viaje, bien por mala gestión del dinero o bien por un reparto de acciones que presente a unos fundadores muy diluidos en su primeras rondas.
Dicho de otra forma, los inversores tóxicos pueden lastrar el futuro de la startup y su posterior crecimiento.
¿Cómo mantener alejados a los inversores tóxicos?
No me gustan mucho las recetas en los negocios, sin embargo, me arriesgaré con algunas pautas claras para manejar a estos «inversores o advisors tóxicos» que no aportan demasiado valor a las compañías:
- Los advisors que cobran sus servicios deben tener clara la relación que mantienen con la empresa. Si les pagamos por sus consejos/gestiones con dinero, los hitos a alcanzar deben estar claros y, si no se alcanzan al 100%, no pagamos al 100%. Es decir, la retribución debería ir vinculada a objetivos y, por tanto, a riesgo (y no a un fijo mensual que consuma la caja de la empresa independientemente de los resultados)
- Los advisors que toman participación deben llevar vinculado un contrato de sus objetivos y obligaciones. Básicamente, deben tener su plan de hitos que vincule su trabajo (y logros) con las participaciones que consolidan. Como decía K-Fund, un contrato que indique: «qué se da, cómo se da y cómo se quita si no funciona»
- Los inversores que «invierten tiempo» y no invierten dinero, deberían aportar muchísimo valor a la compañía y, si realmente tienen tiempo libre, quizás no sean tan buenos (porque deberían estar ultra-demandados por las empresas). Es decir, no son inversores, son advisors que deberían reforzar áreas que los fundadores no controlan bien y deben tener un plan de objetivos para «evaluar su desempeño»
- Los inversores que atraen inversores no son inversores, son comisionistas y están prestando un servicio a la startup (si los fundadores así lo quieren). Dar equity (o dinero) a alguien por el hecho de presentar tu investor deck a inversores es algo que hay que sopesar muy bien porque, afortunadamente, los inversores son accesibles y están dispuesto a escuchar buenas oportunidades de negocio
- Los inversores que obligan a contratar servicios de sus empresas participadas, en el fondo, están generando un poco de conflicto de interés. Si inviertes dinero, tienes que confiar en la gestión de los fundadores de la compañía y, si estás en el consejo de administración, puedes controlar las inversiones que se realizan. Si quieres invertir con servicios, entonces estás haciendo un x for equity (media, software, advertising, etc.) y te conviertes en una especie de «socio industrial» que es un rol distinto. Invertir dinero para recuperarlo con servicios (que no son de mucho valor), es prácticamente «jugar al Monopoly» con una startup novata
En resumen, hay que dejar las cosas muy claras y no mezclar los roles o «las gorras»:
- Si me prestas servicios, entonces mantenemos una relación de prestación de servicios entre empresas y profesionales. Y claro, las relaciones entre empresas se hacen con «las normas del mercado»: mejor relación calidad/precio (no me obligues a contratarte a ti si eso no beneficia a la empresa porque, entonces, estás en conflicto de interés)
- Si aportas trabajo y valor a la compañía, midamos esfuerzos e hitos conseguidos para ir desbloqueando acciones y «reforzar la relación» (de la misma forma que un inversor desembolsa su dinero en base a hitos alcanzados)
- Inversor, al invertir te conviertes en socio. Si te sientas en el consejo de administración es tu deber defender los intereses de la empresa y no los tuyos propios.
Y por cierto, si eres emprendedor y te ves en alguna de estas situaciones, coméntalo con otros emprendedores para aprender de su experiencia e investiga la trayectoria de los inversores o advisors que se han interesado en tu startup.
Cuidado con Russ Hanneman.
Imágenes: HBO