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Algunas lecciones de Dilbert sobre el mundo de las startups

startups dilbert

Dilbert es el nombre de una tira cómica (y también el nombre del protagonista de la misma) creada por Scott Adams en 1989. La historia gira alrededor de un ingeniero, Dilbert, y lo que sucede en su empresa; un lugar en el que se desarrollan toda serie de «tópicos empresariales» como políticas corporativas sin sentido, jefes incompetentes, reuniones interminables y sin objetivos o la burocracia…

La historia de Dilbert se ha ido adaptando a la evolución que se sufre en el sector empresarial y, por ejemplo, uno puede ver cómo los personajes han adaptado su vestuario (de vestuario formal a vestuario informal con un badge colgado al cuello) o cómo irrumpen en la historia tópicos actuales como el cloud computing o el mundo de las startups.

Precisamente, alrededor del mundo de las startups giran 4 tiras cómicas que he seleccionado y que creo que muestran bien el hype que vivimos en el sector de las empresas tecnológicas y que nos dejan algunas enseñanzas a tener en cuenta a la hora de emprender o poner en marcha una idea de negocio.

Ser una startup va más allá de lo cool

dilbert-we need to act like a startup

Sí, una startup es una compañía que gira alrededor de la innovación y rompe con los estándares de las empresas tradicionales. Se realizan ajustes y cambios en el producto en base al feedback de los usuarios), se trabaja por objetivos y el equipo se siente profundamente identificado con lo que hacen, por tanto, no se está sujeto a un horario en el que uno llega, ficha entrada, pasan las horas y se marcha a casa pasadas 8 horas.

Con esta base, parece que en todas las startups las cosas son como en Google: toboganes, mesas de ping-pong, videojuegos… Puede que haya algo de eso, son entornos dinámicos y sin demasiadas reglas fijas; sin embargo, también hay un claro enfoque al producto y al usuario. Si no se cumplen los objetivos y las fechas pactadas, la compañía se terminará hundiendo, como ocurre en cualquier negocio.

dilbert y startups

¿Deberían las empresas tradicionales parecerse a las startups? Sin duda alguna deberían aunque, eso sí, es algo que va mucho más allá de las cosas que son cool como los videojuegos, las mesas de ping-pong o decorar la oficina para que parezca un sitio bonito y agradable (y no un lugar lleno de mesas y cubículos).

Hay que fijarse en las startups para adoptar el trabajo por objetivos, el horario flexible que permite la conciliación familiar, el foco en los productos y el foco en el cliente y, lo más importante, la rápida adaptación a los cambios.

Antes de lanzarse a emprender es bueno documentarse

Dilbert y las startups - documentarse

Aunque pueda parecer una obviedad, antes de sumergirnos en un entorno que no conocemos, deberíamos documentarnos un poco y conocer en qué entorno nos vamos a mover.

Si bien es cierto que la base del desarrollo de una compañía es una idea de negocio, no podemos dejar de lado otros factores como la terminología que se maneja en el ecosistema (qué es el venture-capital, qué es B2B o B2C, en qué consiste un plan de negocio, etc.), cuáles son los actores clave que pueden impulsar nuestra idea de negocio o, lo más importante, cuál es nuestra competencia (y qué propuesta de valor tenemos para superar a nuestros competidores)…

Dicho de otra forma, hay que investigar un poco y, por tanto, aprender a moverse (y desenvolverse) en el ecosistema en el que nos vamos a sumergir, compartir el mismo lenguaje, conocer en qué eventos se concentran nuestros posibles clientes o inversores y saber cómo tratarlos.

Analiza la propuesta de valor de tu startup

dilbert startups - foco

En alguna ocasión he tenido la oportunidad de escuchar ideas de algunos emprendedores. Es cierto que las empresas se sustentan sobre una idea y una serie de hipótesis que, evidentemente, se deben validar. Dicho de otra forma, transformar una idea en un negocio requiere de análisis e investigación: caracterización de los usuarios, identificación de la competencia, definición de un producto mínimo viable…

Tenemos que plantear una propuesta de valor (por ejemplo, a través de un canvas) sólida que defina qué producto o qué servicio vamos a ofrecer y cuál será nuestro modelo de negocio. Con tener una idea no basta, hay que aterrizarla en un negocio viable y esto, aunque pueda parecer obvio, hay veces que se olvida y, directamente, hay emprendedores que se ponen a trabajar en algo sin saber, ni siquiera, si tiene un mercado dispuesto a pagar por su producto o servicio.

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