Sábado por la noche, solo en mi casa. Tras una tarde haciendo algunas cosas del trabajo me tocaba el merecido descanso del guerrero: una buena cena y una peli.
Teniendo en cuenta la temática de la película, y que además me apetecía, me pareció adecuado la cena a base de comida japonesa, así que me regalé una cena a base de Sushi y Tempura de mi restaurante japonés favorito (que tiene servicio a domicilio).
Al cabo de una media hora, sufienciente para cerrar el trabajo de la oficina, llegó mi pedido. Esta vez tocó un repartidor y no la dulce japonesa con kimono de la vez anterior (aunque creo que era mejor así porque si me ve algún vecino abrirle la puerta a una japonesa en kimono quizás se hubiera armado una buena…).
Tras la ingesta de los manjares, y un exceso de wasabi, tocó el visionado del film.
La película no estaba mal pero me pareció demasiado patriótica para mi gusto. Era una visión interesante del mito del héroe de guerra, bastante bien construida y llevada con algunos flashbacks desde 1945 hasta nuestros días, pero sin embargo no terminó de engancharme.
El que busque una película bélica a lo Doce del Patíbulo o Salvar al Soldado Ryan que se vaya buscando otra película, esto es más parecido a la genial Los Mejores Años de Nuestra Vida que al Día Más Largo.
Ahora a por la siguiente, Cartas desde Iwo Jima.