La verdad es que últimamente la carga de mi trabajo principal ha aumentado considerablemente, no sólo en trabajo sino también en responsabilidades (y parece que la cosa no acaba porque a la vuelta me han asignado más cosas) y, por consiguiente, también la presión.
Con respecto a mi aventura empresarial, en verano la cosa estaba calmada porque nuestras fuentes de trabajo andaban de vacaciones y con respecto a mi labor docente, decidí tomarme un descanso este verano porque terminé muy quemado de las clases y de los alumnos (ya hablaré de eso más adelante).
En fin, volviendo al título de este post, pues pensé que me iba ser complicado desconectar porque había cosas a medio hacer y el año pasado al final me puse a trabajar desde casa en vacaciones.
Este año decidí poner tierra de por medio e irme a Italia, una de las mejores decisiones que se han podido tomar en mi casa, no sólo porque Italia es maravillosa, sino porque ha sido una experiencia que ha ayudado a limar las asperezas familiares.
Pues bien, mi avión destino Venecia salía teóricamente a las 13:00, así que como mandan los cánones a las 11:00 estábamos ya en el aeropuerto para facturar equipajes, así que una vez facturado pasamos el control de seguridad y entramos en la «zona de tránsito» directos a la puerta de embarque…
Llegaron las 13 y el avión no llegaba, llegaron las 14 y tampoco, y mientras el teléfono móvil del trabajo sonando y yo contestando llamadas… Todos os preguntaréis que por qué me llevé el móvil de empresa, la respuesta es sencilla: lo tengo abierto y puedo hacer llamadas 😛
El caso es que a las 16 llegó el avión, tras un almuerzo de «rancho» de aeropuerto por gentileza de Iberia en indemnización por el retraso, y una vez embarcados tocó apagar los móviles. Oh! sorpresa!, el botón del móvil de empresa no respondía!!! jarl!!, en fin las puertas se cerraron y el avión echó a andar para enfilar la pista para el despegue, así que no iba a ser yo el que pusiera en peligro la vida del pasaje así que retiré la tapa del teléfono y desconecté la batería.
Cuando aterrizamos en Venecia a las 19 intenté encenderlo de nuevo pero no respondía, así que no me quedó otra que guardarlo en la maleta y pensar: «creo que por fin voy a desconectar del trabajo, 8 días sin correo electrónico y sin móvil de empresa»
Así que a la pregunta, ¿se puede desconectar del trabajo en vacaciones?, puedo responder SÍ, la clave está en tener apagado el móvil 🙂
Creo que es lo mejor que me ha podido pasar, de hecho, cuando volví de Italia seguí sin mirar el correo y seguí con el móvil roto. El trabajo puede sobrevivir sin mi, nadie es imprescindible.
Bueno, aunque mi siguiente post va a ser sobre Italia, sirva como avance uno de los vídeos que filmé allí, concretamente de Venecia (una ciudad de ensueño):
Seguiremos informando, tengo 1600 fotos que enseñar del viaje, ¿quién se apunta a un pase de diapositivas?